Desde el pasado sábado Pekín, la capital de China, ve su cielo cubierto por una espesa nube tóxica, que se conoce como smog (un cruce léxico entre smoke (humo) y fog (niebla). Las autoridades municipales han declarado la alerta roja por contaminación atmosférica, la prevención más elevada que obliga a cerrar escuelas, restringir el tráfico, parar la producción de fábricas y las obras y recomendar a su numerosa población que no pise la calle, entre otras medidas.
Según los parámetros de la Organización Mundial de la SALUD (OMS), el grado de contaminación se encuentra actualmente 20 veces por encima de los máximos que se consideran dañinos para la salud.
Es la primera vez en este año que la capital de China declara la alerta roja. El año pasado se declaró en dos ocasiones. Las autoridades municipales se han visto obligadas a tomar medidas, pues la indignación popular iba en ascenso y las protestas los han puesto contra las cuerdas.
Así que los coches privados sólo pueden circular en días alternos, dependiendo de si su matrícula es par o impar. Quedan exentos los coches eléctricos mientras que los vehículos más viejos tienen prohibida la circulación. Las escuelas primarias han cerrado varios días. Los miles de fábricas que trabajan en las afueras de la ciudad se han paralizado.
El mensaje oficial que se ha trasladado a los ciudadanos es que reduzcan lo máximo posible todas las actividades que tengan que realizar en el exterior. La imagen habitual de los ciudadanos de Pekín cubriendo su boca y nariz con una mascarilla cobra más sentido en estos días que nunca.
No obstante, incluso dentro de las casas, que suelen estar equipadas con purificadores de aire, la concentración de partículas PM2,5, las más nocivas para la salud, llega a superar los 90 microgramos por metro cúbico, muy por encima de los 25 microgramos recomendados por la OMS. Y es que en el exterior los registros alcanzan los 400 microgramos, muy por encima de los 300 que dicha organización considera peligroso.
Otras 22 ciudades chinas en el norte de China como Tianjin, Shijiazhuang, Taiyuan y Zhengzhou, han vivido en los últimos días una situación similar que oscila entre la alerta naranja y la roja. Se trata del peor episodio de contaminación de 2016 en el país: 460 millones de personas se han visto afectadas en toda China.
Se espera que a partir del jueves la situación vuelva a la normalidad, ya que el viento frío que se prevé debería arrastrar esa nube de contaminación.