En la reunión anual sobre Clima Espacial organizada por la NOAA (la agencia meteorológica de Estados Unidos), congregó a científicos, funcionarios y planificadores con el fin de discutir los peligros y las probabilidades de las tormentas solares.
El interés de la reunión se concentró en torno a los datos definitivos sobre la intensa tormenta solar que estuvo a punto de chocar contra la Tierra en el año 2012. Los participantes del evento quedaron asombrados al conocer este suceso que hasta ahora no había trascendido.
Todo sucedió el 23 de julio de 2012, cuando una nube de plasma o «CME» salió disparada del Sol a 3.000 kilómetros por hora, cuatro veces más rápido que una erupción normal.
«Si nos hubiera golpeado, todavía estaríamos recogiendo los pedazos», dice Daniel Baker, de la Universidad de Colorado, quien presentó una charla titulada ‘El Gran Evento Solar Eruptivo de julio de 2012: Definición de Escenarios Extremos de Clima Espacial’.
La tormenta atravesó la órbita terrestre, aunque por suerte no impactó en ella. En su lugar, golpeó a la nave espacial STEREO – A. Después del suceso los investigadores han analizado los datos históricos y han llegado a la conclusión de que la tormenta solar registrada en julio de 2012 es una de las más fuertes de la historia. «Podría haber sido más fuerte que el propio Evento Carrington», añade Baker.
El Evento Carrington de septiembre 1859 fue una serie de poderosas CMEs que golpearon la Tierra de lleno, provocando auroras boreales en zonas de latitud media como Madrid, Baleares o Tahití. Las tormentas geomagnéticas ocasionaron chispas en las líneas telegráficas, prendiendo fuego a algunas oficinas de telégrafos.
Un evento similar en la actualidad hubiera tenido consecuencias mucho más drásticas, sobretodo en las redes eléctricas y de telecomunicaciones. Según un estudio, el impacto económico de un suceso así podría llegar a los 2.000 millones de dólares.