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La integración social y laboral van de la mano para la Fundación XXIII

Cuando pensamos en la calidad de vida de las personas con determinadas discapacidades intelectuales, consideramos que el hecho de que puedan tener al lado a alguien que los pueda ayudar en un momento concreto, o que no les falte nada, en el sentido material, puede ser suficiente. Sin embargo, para que exista una integración real y completa de estas personas, es necesario que sea tanto social como laboral, un objetivo que la Fundación Juan XXIII tiene en cuenta en cada una de las acciones desarrolladas.

Cuando se habla de las personas que integran el equipo de trabajo del Centro Especial de Empleo de la Fundación, el cual el año que viene cumplirá treinta años en funcionamiento, mucha gente se sorprende. Pese a que su plantilla está integrada por al menos un 80% de personas con algún tipo de discapacidad, allí no se habla de discapacidades, sino más bien de capacidades. Se pretende con el trabajo del día a día en este centro, demostrar la capacidad de estas personas y por tanto hacer que las Personas con Discapacidad sean visibles.

Un centro donde se pretende mejorar la calidad de vida

Centros con similares características a las de la Fundación Juan XXIII, pretenden mantener atendidos y cuidados a los usuarios. Sin embargo, la Fundación da un paso más allá apostando por un apoyo integral a las personas con discapacidades y a sus familias, intentando en todo momento mejorar su calidad de vida a través de itinerarios que:

El equipo de profesionales que trabaja en los centros de la Fundación, trabaja siempre con el objetivo de que aquellas que están en sus manos confíen realmente en sí mismos. A través de diversos talleres terapéuticos a la par que ocupacionales, se les quiere dar a estas personas la dignidad suficiente para ocupar el sitio que les pertenece en la sociedad, un sitio que poco a poco y con esfuerzo ellos mismos consiguen gracias al apoyo de todos cuantos trabajan en esta Fundación.

Una razón de ser clara y directa, trabajar para aquellas personas que tienen alguna discapacidad intelectual. Ya son más de 50 años en los que se persigue ese sueño que se ideó en 1966, porque las necesidades sociales de las Personas con Discapacidad intelectual fue el germen de una idea que a día de hoy es una idea y lo continuará siendo gracias al apoyo de todas las personas que han creído en los valores de la Fundación Juan XXIII.

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