España si sitúa a día de hoy como el país europeo con la mayor tasa de prisioneras.
Hace treinta años en España solo había 480 mujeres encarceladas. Diez años después la cifra ascendió a 4.000. En 2007 se superaron las 6.000 mujeres, un cifra que se ha visto reducida gracias a la reforma que redujo las penas máximas de las sentencias por drogas.
A principios de abril de este año la cifra era de 5.117 mujeres, un porcentaje pequeño (7,63%) si lo comparamos con el número de hombres en prisión. Sin embargo, la tasa duplica a la de países como Francia y supera en más de dos puntos la media europea de mujeres encarceladas (5,3%).
Sin duda un factor determinante del crecimiento de la población femenina en prisión lo encontramos en la droga. Una de cada dos reclusas cumple condena por delitos relacionados con el tráfico de drogas a pequeña escala. Un porcentaje del 50% que no se iguala al de los hombres, donde solo un 30% de ellos cumple condena por delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes. Entre otras causas de esta alta tasa encontramos una mayor persecución a los delitos de estupefacientes o la llegada de mujeres extranjeras pilladas con droga en el aeropuerto.
Por detrás de los delitos asociados a la droga aparecen los hurtos, los robos y las estafas. Los datos revelan además que entre las mujeres no abundan las psicópatas, puesto que solo constan 285 mujeres condenadas por homicidios frente a los 3.677 hombres condenados por esta misma causa. Destacan también las cifras relativas a los delitos de violencia de género, donde solo 21 de ellos han sido cometidos por mujeres, una cifran muy baja comparada con los 4.098 delitos de violencia de género imputables a hombres.
En España existen cuatro cárceles exclusivas para mujeres. El resto lo componen módulos femeninos integrados en cárceles de hombres.