Los estados también aprovechan las ventajas de las nuevas tecnologías. Un ejemplo destacado de ello es Estonia, que está llevando hasta las últimas consecuencias la revolución electrónica, con el objetivo principal de rentabilizarla. Se dice que solo hay tres gestiones que no pueden realizarse de forma virtual en Estonia: contraer matrimonio, divorciarse y adquirir una vivienda.
La estrella de la oferta de trámites virtuales en Estonia es la e-residencia, que da una identidad en este país báltico a todas aquellas personas que reúnan los requisitos y la soliciten online.
Así pues, alrededor de 21.000 emprendedores ya tiene sede, por lo menos virtual, en Estonia. La e-residencia les da derecho a un carnet de identidad que permite operar en su territorio.
El trámite genera beneficios para el Estado, ya que cuesta 100 euros, y también para el sector privado. Algo más del 6% de los emprendedores con e-residencia crean en empresas en el país, según datos recogidos por el gobierno estonio.
La mayoría de ellos se dedican a profesiones como vendedores por internet, consultores, informáticos, etc., que desarrollan su actividad desde Tallin, la capital del país, como podrían hacerlo desde casi cualquier otro punto del globo.
Sin embargo, hacerlo desde Estonia les proporciona condiciones muy ventajosas en cuanto al pago de impuestos y la fiscalidad. La fiscalidad del país es muy inferior a la media de la Unión Europea.
La procedencia principal de las personas que piden la e-residencia estona es la finlandesa, con el 15% de las solicitudes. Finlandia es uno de los países de la Unión Europea con una fiscalidad más alta, además de ser un país vecino y tener un idioma y una cultura similares, ventajas y oportunidades que no han pasado desapercibidas a loe emprendedores finlandeses que se benefician de poder prestar servicios con pocos trámites y con una fiscalidad muy baja.
Estonia ha salido en defensa propia ante las acusaciones de que lo que intenta es, ni más ni menos, recaudar impuestos que en realidad deberían ser tributados en otros estados, como el caso expuesto de Finlandia. Según Siim Sikkut, jefe de comunicación de su ejecutivo, La verdadera motivación que guía esta política es la consecución de beneficios para servicios como bancos o asesores.
Pero sirva un detalle para interpretar de forma adecuada la situación: las impresas residentes en Estonia no pagan absolutamente nada de impuesto de sociedades si deciden reinvertir los beneficios. Además, en caso de decidir cobrarlos tributan como máximo un 20% de la ganancia cuando lo normal en otros países como Alemania es el 30%, y en Bélgica y Austria el 34%.
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