Hablando con otros aficionados al fútbol resulta curioso comprobar como todos ellos coinciden en señalar a los cambios recientes en el mundo del fútbol como los responsables de los actuales males de este deporte.
La televisión ha sido una de las responsables a la hora de configurar el fútbol tal y como lo conocemos actualmente. Fue con la llegada de las retransmisiones deportivas cuando las distintas cadenas de televisión conocieron el alcance del fútbol y las posibilidades que éste les ofrecía. Pronto aparecieron las compañías que ofrecían la retransmisión de eventos futbolísticos previo pago de una tarifa mensual, un hecho que les ha convertido en un actor más del espectáculo futbolístico, teniendo potestad incluso para determinar fechas o establecer horarios de los partidos de fútbol.
Las televisiones se han convertido en los principales directores de la orquesta futbolística. Ellas son las que determinan los horarios para que no se solapen partidos y así mantener una más amplia franja de emisión. Ellas son, además, las que deciden qué partidos se deben jugar a una determinada hora y así conseguir una mayor audiencia. Y ellas son, también, las que deciden cuando se ha de jugar una final y en qué horario a fin de no coincidir con otro evento televisivo relevante.
¿En qué se traduce todo esto? Pues se traduce, por ejemplo, en partidos un lunes a las 22 horas, una hora y un día donde resulta totalmente comprensible ver las gradas del estadio semi vacías. Y lo peor de todo es que los dirigentes del fútbol (presidentes de clubes, de la liga, o de la federación) parecen entender que el aficionado al fútbol no es el que da dinero y, por tanto, su opinión es irrelevante.
Son los contratos televisivos los que aseguran ingresos a clubes y liga, por lo tanto, no es de extrañar que estos bailen al son que dictan las cadenas de retransmisión. Sin embargo, se olvidan por completo del aficionado al fútbol, aquel que es socio del club, que adquiere abonos, el que se compra la camiseta de su equipo y el que, en definitiva, es la razón de ser de cualquier club de fútbol. Sin ellos el fútbol no tendría sentido, así que, ándense con cuidado señores dirigentes.
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