La Casa Blanca ha anunciado un viaje oficial del presidente Obama a Hiroshima a finales del próximo mes de mayo, que coincidirá con la cumbre del G-7 en Japón. Esta será la primera vez que un presidente de los Estados Unidos visita la ciudad japonesa después de que en 1945 se lanzara sobre este lugar una bomba atómica que causó miles y miles de muertos y secuelas hasta nuestros días.
Obama visitará Hiroshima junto al primer ministro japonés Shinzo Abe. Según ha informado la Casa Blanca el mensaje que el mandatario estadounidense transmitirá es su compromiso con un mundo en paz y sin armas nucleares.
Antes que Obama ya visitó recientemente esta ciudad John Kerry, el secretario de Estado estadounidense, que también fue el primero en su cargo en visitar la ciudad tras los trágicos acontecimientos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial.
Obama tendrá la difícil misión de reconocer el daño sufrido a las víctimas y a sus descendientes sin pedir perdón por el bombardeo de hace 71 años. Se tratará de incidir en la visión de un futuro común en paz más que de cuestionar o revisar la decisión de lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.
La visita de Obama se encuentra en perfecta sintonía con su idea de acabar con las armas nucleares a largo plazo que ha expresado en diversas ocasiones a lo largo de su mandato de 8 años y que le sirvió para conseguir un Premio Nobel de la Paz en 2009. De hecho, ha puesto como ejemplo los casos de Hiroshima y Nagasaki para ejemplificar el daño que pueden causar a la humanidad.
Esta es una característica que ha marcado la era Obama: su acercamiento a lugares y países con los que Estados Unidos ha tenido conflictos: caso de Cuba o Hiroshima y Nagasaki, entre otros, y el reconocimiento de que la política internacional de Estados Unidos ha cometido errores y crímenes a lo largo de su historia.
Gestos que han sido criticados por sus principales detractores que no se explican por qué hay que ir por el mundo pidiendo perdón en lugar de defender a Estados Unidos como un país único con una misión determinada en la historia. No faltan tampoco los que no ven más que una política de gestos más relacionada con el show publicitario que con un reconocimiento sincero que debería conllevar más medidas y reconocimiento de responsabilidades.
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