Terapias psicológicas con mascotas para niños

En los últimos tiempos han surgido diversas experiencias en diferentes países que incorporan a los perros como apoyo de las terapias psicológicas para niños. También, aunque en menor medida se están utilizando gatos, e incuso caballos y conejos.

Según algunos estudios, el 60% de los niños que participan en estas terapias asegura que las mascotas les ayudan a querer y respetar más al resto de personas. Hace tan solo unos meses la Fundación Affinity publicaba un estudio sobre el vínculo entre niños y animales de compañía. La conclusión principal fue que los niños no solo tienen una atracción natural hacia las mascotas, sino que se sienten reconfortados con su presencia.

Así pues, todos los estudios respaldan la importancia los beneficios de la inclusión de animales en la práctica terapéutica. No solo pueden beneficiarse los niños de las terapias psicológicas con mascotas en una amplia variedad de casos (por ejemplo niños autistas o con problemas de sociabilidad), sino que estas acciones terapéuticas se han extendido a personas mayores con alzhéimer, enfermos de sida, pacientes con depresión, etc.

Los principales objetivos que se persiguen en la interactuación con la mascota en un contexto terapéutico son los siguientes:

  • Estimular las habilidades de comunicación y de relaciones personales.
  • Mejorar la autoestima y la autonomía personal.
  • Estimulación de actividades motrices mediante tareas concretas, como cepillar el pelo de la mascota.
  • Reducir estados de ansiedad y depresión.
  • Fomentar el sentido de la responsabilidad, al tener que hacerse cargo de la mascota y ocuparse de su alimentación, bienestar, paseos…

En términos generales, los perros que se utilizan en la intervención asistida, perros seleccionados y adecuadamente adiestrados para estas tareas, constituyen un apoyo importante para los profesores educadores y técnicos especialistas que dirigen las terapias.

En condiciones de terapia las mascotas funcionan a modo de canal de comunicación entre el niño y el terapeuta, y también como motor que puede contribuir a la formación de diferentes facetas:  aumenta la motivación, resuelve problemas de socialización, fomenta hábitos de lectura, incrementa la atención y concentración, reduce la agresividad y el estrés, entre otras.

Las actividades concretas que se realizan para conseguir todos estos beneficios incluyen las dedicadas a la mejora de la motricidad, como acariciar o cepillar, poner la correa, jugar con una pelota, las que estimulan atención y memoria, por ejemplo, memorizar el nombre de la mascota, partes de su cuerpo, para estimular el lenguaje, se le pide que le hable al animal, para fomentar la responsabilidad, con tareas que implican ocuparse de la mascota, para mejorar la autoestima, realizar tareas sencillas junto a la mascota por las que se le refuerce positivamente al niño, etc.

 

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