Sin duda, nuestras ciudades más habitadas se han convertido con los años en lugares en los que los ciudadanos estamos constantemente expuestos a un incesante bombardeo de mensajes publicitarios. Uno de los casos más destacados en este sentido es el de Berlín.
Desde 2017 una plataforma de estudiantes y publicistas, entre otros ciudadanos, iniciaron una recogida de firmas para redactar una propuesta de ley popular que ayude a regular los anuncios publicitarios en vallas y pantallas electrónicas que pueden verse en las calles y lugares públicos de Berlín.
Hasta el momento han sido 30.000 las personas que han firmado a favor de esta iniciativa, que bajo el nombre «Berlín libre de publicidad» (Berlin Werbefrei, en alemán), ha superado la cifra de 20.000 que se considera necesaria para que el Senado tenga que tomar en consideración la medida.
Los responsables de esta iniciativa han redactado una ley que lleva el título «Para la regulación de la publicidad en los edificios y el espacio públicos», que aboga por la prohibición de prácticamente todos los anuncios en escuelas, guarderías y universidades. El texto quiere también regular eficazmente la publicidad que pudiera ser permitida, de forma que combata la discriminación y el sexismo.
La publicidad en pantallas electrónicas quedaría prohibida en cualquier caso según este texto.
La publicidad con enfoque social y educativo debería tener un lugar especial en la ciudad en el que sí que se podría exhibir.
Otro de las ideas que recoge este texto es que los contratos publicitarios sean públicos.
El fenómeno no es patrimonio exclusivo de Berlín ni mucho menos, aunque allí es donde han conseguido articularlo mejor. Sin ir más lejos, en España la organización Ecologistas en acción llevan años y años alertando sobre la llamada «contaminación visual» que provoca en el espacio público la publicidad comercial o corporativa.
Por su parte, una ciudad como Sao Paulo hace más de 10 años que prohibió la publicidad en sus calles con el impulso de la ley Ciudad limpia, que retiro alrededor de 15.000 carteles publicitarios. Aunque la propuesta de Berlín no sería tan radical como la de Sao Paulo, matizan los berlineses.
Los responsables de esta campaña consideran que, a diferencia de la radio, un medio en el que el usuario puede apagar, o de una revista, en las calles el usuario no puede evitar recibir esos impactos publicitarios. Por eso, estiman que es necesario proteger a los ciudadanos.
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