El fin de curso se lo pone más difícil a la pobreza infantil, una de las consecuencias de la situación económica que atraviesa España. Lo cierto es que con la llegada del verano se acaban los servicios de comedor escolar y las actividades escolares y de ocio.
Aunque muchos aseguren que ya hemos dejado atrás la crisis, en nuestro país, según datos proporcionados por UNICEF, uno de cada tres menores vive en una situación denominada “pobreza relativa”. Es decir, que cerca de 2 millones y medio de niños españoles se encuentran en ese grupo de exclusión social, sin acceso a una alimentación equilibrada o a actividades de ocio durante la época veraniega.
Y es que la pobreza infantil, según los expertos, no se manifiesta solo en una nutrición poco equilibrada sino también en otros aspectos como soledad, reclusión y falta de sociabilidad que pueden afectar al menor durante el verano.
Es cierto que existen algunas ayudas para familias y niños por parte de las administraciones, pero según la mayoría de ONG son absolutamente insuficientes. Por eso muchas de ellas ofrecen programas especiales de verano, programas integrales que aúnan ocio, educación y alimentación.
Para paliar las consecuencias de la pobreza infantil y tratar de aportar su granito de arena, muchas organizaciones organizan campamentos, talleres y otras actividades con servicio de comedor diario. Según Liliana Marcos, de Save The Children, apenas hay ayudas por parte del Estado español destinadas a combatir la pobreza infantil, ya que basa sus ayudas en la cotización que hayan hecho los ciudadanos y los niños quedan fuera de este sistema.
El problema se complica si tenemos en cuenta que muchas de las competencias en bienestar social de la infancia corren por cuenta de las administraciones autonómicas, lo que provoca un escenario demasiado heterogéneo y una falta de unidad en lo que son las ayudas.
Los hijos de familias desfavorecidas, que no pueden costearles actividades de ocio ni estar con ellos en verano, ya que tienen que trabajar, se ven obligados a quedarse en casa solos desde muy temprana edad. Son los llamados “niños de la llave”. Una situación que puede derivar en rabia, tristeza y sentimiento de culpa, según los psicólogos.
La pobreza infantil no es un hecho aislado. Aunque los números de la macroeconomía no las tengan en cuenta, las familias más humildes se encuentran cada vez más desvalidas, un dato que recoge el informe presentado por Caritas y que lleva por título Análisis y perspectivas 2017. Según este informe siete de cada diez hogares españoles no han notado los efectos de la recuperación económica y solo un 10% de las familias han percibido una mejora en su situación.
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