Para entender lo que significa la cumbre del G20 y el trasfondo de las conversaciones y negociaciones que están en marcha desde el pasado domingo en la localidad china de Hangzhou, hay que prestar atención a varias claves esenciales.
El G20 reúne todos los años en China a los mandatarios de los países más poderosos del mundo. Estos países representan el 85% de la riqueza mundial y a dos tercios de la población mundial. Se trata de una de las cumbres más importantes a escala mundial, la más importante organizada por China, segunda economía mundial.
Desde 1999, tras la crisis financiera asiática del año anterior, la reunión trata de coordinar las políticas financieras con las económicas y también abordar problemas actuales, tan acuciantes como el cambio climático y las crisis geopolíticas.
En sus inicios, el G20 era en realidad una reunión de ministros. La cumbre empezó a acoger presidentes de gobierno y jefes de estado a partir de año 2008, justo cuando acababa de estallar la enorme crisis financiera mundial, de la que hoy todavía no acabamos de recuperarnos.
De esta forma, el encuentro entre los dirigentes se convierte en un punto culminante de las negociaciones que durante el resto del año han mantenido los diferentes ministros. Cada uno de los países puede preparar acuerdos y compromisos sobre una gran diversidad de temas.
Normalmente, en el G20 se adquieren compromisos muy ambiciosos pero con carácter muy general, no suelen entrar en los detalles.
Según comentan los expertos, este año no se prevé que el G20 arroje resultados muy definitivos, ya que se observa una cierta dificultad para poder alcanzar consensos.
Por eso, algunos analistas consideran al G20 como un muro de discusiones sin resolver aunque otros señalan que es una reunión muy importante para coordinar políticas económicas. Más bien parece un lugar donde los grandes mandatarios acuden para informarse mejor de los temas y problemas más candentes pero del que no se suelen salir con soluciones demasiado claras.
Sin embargo, la verdad es que de estas reuniones suele salir una larga lista de promesas. Por ejemplo, el año pasado se anunciaron hasta 113 compromisos entre las que figuraban la reducción de las subvenciones a las energías fósiles y el aumento de la ayuda para los refugiados.
El G20 tampoco está exento de ciertas connotaciones propagandísticas. El presidente Xi Jinping aprovecha la reunión organizada por China para posicionarse ante el resto de países y ante sus rivales políticos, reivindicando que bajo su dirección China es un país más poderoso y preparado para hacer frente a la crisis mundial.
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