Los expertos en arte antiguo aseguran que un porcentaje en torno al 90% del arte precolombino a la venta en nuestro país es falso. Por si esto fuera poco, comprar en Internet arte precolombino eleva las posibilidades de ser timado, ya que los especialistas aseguran que por este medio hasta un 99% procede de falsificaciones.
Las obras de arte se ponen a la venta a través de una estructurada red de falsificadores, que suele tener relación con los carteles de la droga, y que han detectado negocio en una creciente demanda de antigüedades, que no solo se produce en España sino también en el resto del mundo.
Actualmente, los mismos expertos denuncian la venta de unas pequeñas piezas de oro procedentes de Colombia por las que se pagan entre 150 y 5.000 euros. En realidad su valor solo consiste en el metal en que están realizadas, una aleación llamada tumbaga, mezcla de oro y cobre.
Por si esto fuera poco, estas mafias también trabajan con material robado. Se trata de piezas originales procedentes de museos y edificios religiosos de América Latina. Este es un hecho que ha sido denunciado con insistencia por el Consejo Internacional de Museos (ICOM). Entre las joyas precolombinas que han sido robadas de museos destacan las vasijas polícromas mayas, urnas amazónicas, vasijas moche, figuras Nayarit y máscaras teotihuacanas, entre otras.
Los falsificadores se benefician de la dificultad que existe para determinar con rigor si una de estas piezas de supuesto arte precolombino es original o no. Al recurrir a la documentación que debe acompañar a cada pieza, se encuentran también con el problema de que esta información viene siendo falsificada desde el S. XIX, lo cual complica mucho más el proceso.
Otro aspecto que no ofrece la fiabilidad que sería de desear es el que concierne a las pruebas de termoluminiscencia, ya que los falsificadores acostumbran a combinar algunos trozos falsos con otros verdaderos, mezclándolos con tierras arcillosas o ensamblando piezas de estatuillas auténticas con otras falsas, realizando falsos maridajes o pastiches.
Al final es excesivamente complicado separa lo verdadero de lo falso, ya que los estafadores ponen en circulación obras elaboradas por auténticos maestros en el arte de la recreación y el montaje.
El interés por el arte precolombino despertó en la segunda mitad del S. XIX y con el nacieron también los primeros talleres de falsificación.
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