Nuestra sociedad se enfrenta a un progresivo envejecimiento. Las expectativas vitales son ahora mucho mayores que las de hace unos años, gracias a la mejora de nuestra calidad vida y nuestro sistema sanitario. Por otro lado, una baja natalidad en los países desarrollados contribuye a acentuar la situación. Como no podía ser de otra forma, este envejecimiento tiene una gran repercusión en nuestro mercado laboral, ya que disminuye la población activa española y en consecuencia también la tasa de paro.
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha elaborado un estudio sobre el envejecimiento de la población española titulado “El envejecimiento español y sus efectos en el mercado laboral” a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Según los cálculos y previsiones que recoge este estudio la tasa de paro bajará al 8% en el año 2025 en España, lo que significaría regresar a los niveles de paro que había en España antes de la crisis.
En cuanto a previsiones a corto plazo, a finales del año 2017 la tasa de paro podría estar en torno al 18% siempre que el empleo creciera a un 1,5% por año. La patronal estima que en este periodo se van a crear unos 850.000 puestos de trabajo y que la tasa de población activa ligada al envejecimiento será de 50.000 personas, por lo que se prevé que el descenso del paro se cifre en 900.000 personas para finales del año que viene.
El estudio de la CEOE expone que en los últimos tres años la franja de edad entre 18 y 34 años ha bajado en 2,2 millones en España mientras que la de 35 a 64 ha subido en 4,9 millones y la de más de 65 años en 1,6 millones. Con esta tendencia, en el futuro el envejecimiento de nuestra sociedad se vislumbra irreversible. En los próximos años continuará el descenso de población y este proceso de envejecimiento.
Los datos reflejados en el estudio provocan cierta intranquilidad, ya que aunque el envejecimiento vaya a facilitar la disminución de la tasa de paro en los próximos años, a medio y largo plazo supone un riesgo enorme para la sostenibilidad del sistema de pensiones y de las prestaciones por desempleo. El estudio, sin embargo, no entra a valorar esta consecuencia y no incluye recomendaciones para poder solucionar la situación. Lo que sí advierte es de la necesidad de abordar el problema con una visión a largo plazo.
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