China y Estados Unidos han acordado limar asperezas en sus relaciones comerciales. Ambos países, tras dos días de intensas negociaciones, han decidido rebajar la tensión que existía en la política arancelaria y han cerrado un principio de acuerdo.
China ha aceptado reducir el déficit comercial de Estados Unidos y las dos grandes potencias han acordado prescindir de las subidas de tarifas que estaban generando tanta tensión.
El pacto está siendo complicado y Donald Trump y su equipo ha optado por una estrategia de discreción poco común en él. Los negociadores están evitando cualquier gesto de triunfalismo, ya que saben que ante ellos se abre un largo camino de negociaciones.
Los puntos de fricción comenzaron a finales del pasado mes de marzo, cuando el presidente Trump ordenó la imposición a China de aranceles del 25% a importaciones por valor de 60.000 millones de dólares. Este castigo comercial se vio extendido diferentes tipologías de productos.
En abril el castigo comercial estadounidense encontró una réplica enérgica por parte de China, que originó una especie de pulso cuyas dimensiones podían tener consecuencias en la economía a escala mundial. Un auténtico conflicto abierto entre dos economías que representan cerca del 40% del PIB mundial y el 23% de la población del planeta.
De momento el acuerdo parece posible, aunque se ha evitado publicar ningún detalle sobre cifras y el director del Consejo Nacional de Economía, Larry Kudlow, a pesar de haber lanzado a China una propuesta de reducción del déficit estadounidense de 200.000 millones de dólares al año –que no fue aceptada-, ha asegurado que los detalles se conocerán a lo largo del tiempo.
El acuerdo no es definitivo, sino que más bien se ha firmado una tregua en esta contienda arancelaria. El diálogo va a continuar: el siguiente paso es la llegada a Pekín de un nuevo equipo negociador estadounidense, que estará liderado por el Secretario de Comercio, Wilbur Ross. El propósito es trabajar todos los detalles y resolver los problemas comerciales y económicos. Mientras se perfila claramente el acuerdo quedan suspendidas las subidas de tarifas arancelarias.
El pacto está todavía por concretar pero tiene en la base el reconocimiento de China de que tiene que aumentar las importaciones de Estados Unidos. Es decir, que China aumentará sus compras de bienes y servicios estadounidenses. Ambas partes negociadoras también han acordado incrementar de forma sustancial las exportaciones agrícolas y energéticas de Estados Unidos.
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