En torno a 300 personas centroamericanas han llegado a la frontera de Tijuana con San Diego con la intención de iniciar los trámites para obtener asilo de Estados Unidos.
Una caravana compuesta por cerca de 1.000 migrantes (con 300 niños entre ellos), la mayoría de ellos procedentes de Honduras, salió hace cosa de un mes del sur de México con dirección a Estados Unidos.
Para el presidente Donald Trump esta acción amenazaba la seguridad del país. Por ello, ante el avance de la caravana, que partió de la frontera de Guatemala con México, el gobierno norteamericano desplegó un contingente de la Guardia Nacional para disuadir a los integrantes de la marcha hacia EEUU y presionar para que abandonen su idea de entrar en Estados Unidos.
Ante esta medida de presión fueron muchos los migrantes que abandonaron sus pretensiones, que llegaron a anunciar el fin de la marcha y disolverse a su llegada a Puebla, en el centro de México.
Las autoridades mexicanas habían facilitado visados de corto tiempo (unos 20 días) para facilitar el tránsito de los migrantes en su regreso a sus países de origen. Pasado dicho plazo pueden ser detenidos.
Trump celebró el fin de la caravana y las duras leyes contra los migrantes que tienen en México. No obstante, alrededor de 300 personas de las que partieron hace un mes han decidido continuar su camino rumbo a Estados Unidos, de modo que las autoridades estadounidenses se preparan para recibir las peticiones de asilo.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza ha lanzado un comunicado en el que advierte que aquellos que traten de acceder a Estados Unidos sin la documentación necesaria deberán esperar en México. También en el caso de que las instalaciones donde se retienen a los migrantes indocumentados se encuentren llenas.
Este nuevo capítulo migratorio entre los países centroamericanos y su vecino del norte enlaza con la vieja pretensión de Trump de construir un muro en la frontera con México y con sus denuncias de las irregularidades de la inmigración.
Se calcula que cada año cruzan México, en dirección a EEUU, unas 400.000 personas en su mayoría centroamericanas. El año pasado se produjeron 96.000 deportaciones desde Estados Unidos, mientras que México tuvo alrededor de 147.000. Se calcula también que de todos los deportados por parte de la administración estadounidense en torno al 60% ha cometido algún delito.
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