La tensión crece por momentos. Hoy mismo Rusia ha anunciado que va a desplegar nuevos misiles antiaéreos tierra-aire S-400 en la península de Crimea, un territorio ucraniano que fue anexionado por Moscú en el año 2014. El nuevo sistema de misiles entrará en servicio próximamente según ha informado el coronel Vádim Astáfiev, portavoz militar.
Recientemente se vivió otro episodio de tensión bélica entre Rusia y Ucrania, ya que Moscú capturó tres barcos de la marina ucraniana y sus tripulaciones, un hecho que desencadenó una crisis que ha convertido la situación en muy delicada.
Guardacostas rusos de la zona del estrecho de Kerch llevaron a cabo el apresamiento de tres buques de la Armada ucraniana con la detención de 24 marineros ucranianos, que a día de hoy siguen encarcelados en la península de Crimea acusados de haber entrado ilegalmente en aguas territoriales rusas.
Rusia interpreta que los barcos ucranianos vulneraron el derecho internacional y que los guardacostas rusos se muestran abiertos a dar todo tipo de explicaciones adicionales sobre los hechos ocurridos.
Por su parte, Ucrania teme que la condena pueda durar años.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin ha declarado que el gobierno ucraniano de Peter Poroshenko busca la provocación sistemática en el mar Negro con la única intención de ganar votos en las próximas elecciones que se celebran en Ucrania en el próximo mes de marzo.
Desde que se produjo la anexión de Crimea, hace ya cuatro años, que tuvo una condena internacional, Rusia no ha cesado de armar e instalar nuevos equipos militares. Pero el anuncio de la instalación de los misiles es ya una advertencia más que clara para Ucrania.
Según las autoridades rusas estas divisiones de misiles tierra-aire S-400 garantizan completa seguridad para el espacio aéreo de la zona. Son capaces de abatir de manera simultánea varios objetivos desde una distancia de hasta 400 kilómetros.
Por otro lado, se ha desplazado un barco de las fuerzas militares rusas especializado en la desactivación de minas rumbo al mar de Azov, unas aguas que son navegadas por ambos países y que constituyen una zona de tensión creciente en el mar Negro.
La enorme tensión que se vive entre Rusia y Ucrania preocupa en el resto de países europeos. Por ejemplo, el presidente turco Erdogan ha hablado tanto con Putin como con Poroshenko acerca del problema. Lo mismo ha hecho la canciller alemana, Angela Merkel.
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