Llega el calor, los días se hacen más largos, nos quitamos ropa… y las hormonas se vuelven locas. No es nada raro y está comprobado que el verano estimula la libido y que en esta época aumenta la predisposición a tener relaciones sexuales.
De hecho, incluso se ha constatado que, con la llegada de la primavera, aumentan las consultas a los sexólogos y que es la época del año en la que se venden más cajas de preservativos. Pero, ¿por qué nos volvemos más ardientes a medida que suben los grados del termómetro?
Según los expertos, la respuesta a esta pregunta habría que buscarla en varios factores, tanto fisiológicos como psicológicos. Veamos algunos de ellos:
– . Mejores vistas: en verano existen mayores estímulos visuales, ya que con el aumento de las temperaturas nos desprendemos de capas de ropa y, ambos sexos, enseñan mucha más piel.
-. El sol aumenta la “hormona del placer”: se ha hablado mucho de la oxitocina y hay quien la llama “la hormona del amor” o “la hormona del placer”, ya que se libera durante el orgasmo y nos hace sentir bien y más deseados. Algunos estudios apuntan a que el sol estimula la producción de oxitocina a través de la piel.
-. Tomar el sol aumenta la producción de testosterona: una exposición solar de entre 15 y 30 minutos ayuda a mantener altos los niveles de vitamina D, lo que puede incrementar hasta un 20% la producción de testosterona, uno de los factores clave tanto en el deseo sexual femenino como en el masculino.
-. En verano nos sentimos más libres, más felices y más desinhibidos: la combinación de vacaciones, buen tiempo, libertad de horarios, mayor vida social… tiene un efecto de bienestar y satisfacción en nuestro cuerpo que puede predisponernos a tener relaciones sexuales. Además, no hay que olvidar que en verano se sale más, lo que permite conocer más gente y establecer nuevas relaciones.
– Más escenarios: el buen tiempo y las temperaturas altas hacen posible que pensemos en practicar sexo al aire libre y en hacerlo en lugares que, en invierno, ni siquiera nos atreveríamos a plantearnos. La playa, la piscina, el mar… son escenarios sexuales que quedan reducidos a las pasiones veraniegas.
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