Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, volvió a escapar del servicio de comida de la Casa Blanca para hacer una visita a uno de los restaurantes de la cadena de comida rápida mexicana Chipotle, donde se comió un burrito.
El presidente almorzó en este restaurante que se encontraba cerca del hotel donde más tarde pronunciaría un discurso sobre las familias trabajadoras.
«Acabo de ir andando hasta Chipotle a por mi almuerzo. He causado bastante caos, como podría esperarse. Pero hacía bastante tiempo que no tomaba un burrito, y estaba rico», dijo Obama en el discurso.
Obama se desplazó con su limusina desde la Casa Blanca hasta el hotel Omni Shoreham donde se celebraba el acto, sin embargo, se bajó del vehículo y caminó un par de manzanas hasta el restaurante. Todo ello en mangas de camisa y gafas de sol.
Esta no es la primera escapada imprevista del mandatario, quien asegura sentirse algo acorralado entre las paredes de la Casa Blanca, ya que en mayo también decidió salirse de los dictados de su cargo para dar un paseo por el centro de Washington. Días después Obama caminó hasta un Starbucks para pedirse un té, y al día siguiente se saltó el protocolo para escaparse a almorzar una hamburguesa junto al secretario de Educación.
Al respecto de estas escapadas, Josh Earnest, portavoz de la Casa Blanca comentó: «la burbuja presidencial supone un reto, y una de las cosas que el presidente echa más de menos es la capacidad de poder andar por la calle y hablar con gente».
«Todo esto (los paseos) forma parte de un esfuerzo para dar al presidente todavía más información sobre la reacción de los estadounidenses a los retos que están enfrentando», agregó Earnest.
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