El suceso se produjo el 8 de octubre por la mañana en la zona de Girona, concretamente entre las estaciones de Camp de Tarragona y Figueres-Vilafant. Todavía siendo una incógnita el cómo (y también el por qué), un robo masivo de fibra óptica ha impedido la circulación de varios trenes del AVE y ha dejado a 13.000 pasajeros sin la opción de poder viajar a la hora, tanto por motivos personales como por trabajo. En total se ha afectado directamente a 40 trenes, según ha confirmado Renfe, aunque a las 16:00 horas el servicio estaba completamente restaurado.
A pesar de ello, fuentes provenientes de los maquinistas han reconocido que el funcionamiento de los trenes no ha podido ser igual. Por ejemplo, el sistema ERMTS no estaba en funcionamiento. Esto supone la imposibilidad de viajar a más de 200 Km/h y, por tanto, ha ocasionado más retraso todavía en el trayecto normal de los trenes afectados, que han tardado más en realizar todo el recorrido.
Las razones del robo todavía no se han aclarado. La teoría de que se podía tratar de un simple sabotaje o que incluso podría haberse tratado de un robo mal terminado, quedan descartadas. De esta forma, la fibra óptica se ha robado de forma intencionada en estos tramos, pero se desconoce su utilidad final, dado que en el mercado no tiene salida económica según han afirmado los Mossos d’Esquadra.
La consecuencia directa sobre la circulación de los trenes sí está sobradamente demostrada. En caso de que los ferrocarriles funcionaran sin hacer uso de la fibra óptica, carecerían de información práctica e irían completamente a ciegas hasta su destino, con el considerable riesgo que ello implica. De ahí que su circulación haya sido imposible hasta que todo el servicio se ha restablecido, al menos en términos de seguridad.
Pero no sólo las salidas de nuevos trenes se han visto afectadas. Dos ferrocarriles que se encontraban en funcionamiento han tenido que detenerse a mitad de su trayecto, el de Riells i Viabrea (Girona), en cuyo interior se encontraban 170 pasajeros y otro en la zona de Gelida, que tenía en su interior hasta 349. Hasta que el servicio no lo ha permitido, los ferrocarriles se han detenido y los pasajeros han tenido que aguantar estoicamente la renovación del servicio para continuar su trayecto.
En las estaciones, sin embargo, la situación era aún más caótica. Los restaurantes no han podido dar abasto con tantos afectados sin poder subir a los trenes, que querían dedicar su descanso dentro de estos locales, las empresas de alquiler de coches han tenido que ampliar su flota con ayuda de sedes cercanas y así sucesivamente hasta que por fin por la tarde todo ha vuelto (casi) a la normalidad.
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